martes, 3 de enero de 2012

CAMPAÑA DEL SUR. BOMBONÁ. ACCIÓN DIPLOMÁTICA DE SUCRE. PICHINCHA.


Las Campañas del Sur es el nombre con que se conocen a una serie de campañas militares que emprendió la Gran Colombia al sur de su territorio entre 1821 y 1826 contra el dominio español en la América del Sur y que tuvieron una importancia decisiva para la independencia de las actuales repúblicas de Ecuador, Perú y Bolivia.

La definición de que hechos comprendieron las campañas del Sur varía, tal que algunos historiadores llaman así a las campañas libertadoras de Quito y Pasto entre 1820 y 1822, mientras que otros se refieren a las operaciones militares desde 1821 hasta 1826 cuando capítulo la guarnición de El Callao. Sin embargo, se puede decir a ciencia cierta que las campañas del Sur tuvieron por objeto finalizar la guerra de independencia americana, y como resultado el auge de la influencia y el poder de la Gran Colombia que bajo la presidencia de Simón Bolívar buscaba la unión de los nuevos estados hispanoamericanos.


BOMBONÁ

La batalla de Bomboná fue un combate que tuvo lugar el 7 de abril de 1822 entre tropas colombianas y españolas durante la marcha del ejército de Simón Bolívar hacia Quito.

El general García estableció una posición defensiva en las alturas de Cariaco. Bolívar luego de hacer un reconocimiento decidió atacar por la derecha con el Batallón Rifles mientras el general Pedro León Torres atacaba frontalmente las defensas enemigas con dos batallones de infantería y dos escuadrones de caballería. El combate comenzó a las 3:30 pm, las tropas del general Torres fueron rechazadas con grandes rdidas pero el general Manuelito Valdés al mando del Rifles cubierto por la neblina flanqueo a los españoles por la derecha. Rodeados los realistas, se retiraron en horas de la noche. La batalla se saldó con grandes bajas en ambos bandos.

Las grandes bajas sufridas en el enfrentamiento paralizaron por unos días a Bolívar mientras esperaba refuerzos. La batalla fue igualmente desastrosa para los españoles, a pesar de que detuvieron a los colombianos un breve tiempo para ello tuvieron que desviar tropas de Quito donde Sucre se hallaba a la ofensiva. Los realistas de Pasto capitularían poco después.

ACCIÓN DIPLOMÁTICA DE SUCRE




Tras la revolución del 9 de octubre de 1820 la ciudad de Guayaquil se había constituido como un estado independiente, la Provincia Libre de Guayaquil, pero pronto se encontró en una delicada situación militar luego de ser derrotados los guayaquileños en la Primera Batalla de Huachi y la Batalla de Tanizagua. José Joaquín Olmedo solicito ayuda militar a la Gran Colombia para defender la ciudad y para liberar la Real Audiencia de Quito. Bolívar envía a su mejor General, Antonio José de Sucre a principios de 1821 a Guayaquil en remplazo del general José Mires. Sucre llegó el 6 de mayo de 1821 con unos 650 soldados colombianos a los que sumo unos 1400 ecuatorianos.1 Las instrucciones de Sucre eran: tomar el mando de las tropas que se encontraban en Guayaquil, asegurar la incorporación de la provincia a Colombia y preparar en conjunción con el Libertador las operaciones que habrían de liberar Quito.

Al llegar Sucre a Guayaquil se dedica a organizar y entrenar las tropas. El 15 de marzo firmo un convenio con la Junta de Gobierno de la ciudad, el cual estipulaba que la Provincia de Guayaquil quedaría bajo la protección y tutela de Colombia, anulando así el tratado firmado con los agentes peruanos. Sucre coloco a sus tropas en San Borondón y Babahoyo para bloquear la entrada a la provincia a los realistas. El 17 de julio de ese año ocurrió una rebelión anticolombiana y pro-realista que fue reprimida con éxito.

Los realistas al conocer la rebelión se dispusieron a apoyarla, el gobernador Aymerich marchó al sur con 2.000 hombres, mientras que el coronel González marchó desde Cuenca hacia Guayaquil amenazando las comunicaciones de Sucre quien se dirigía a combatir a Aymerich. Enterado Sucre del movimiento retrocedió para enfrentar a González y lo batió el 12 de agosto en la Batalla de Yaguachi, tras lo cual Sucre volvió al norte a enfrentar a Aymerich pero este se retiraba al norte. El ejército persiguió a los realistas un largo trecho pero la situación política en Guayaquil obligó a Sucre a regresar.

Tras calmarse la situación política en la ciudad Sucre se dirige de vuelta a la cordillera con 900 infantes y 70 jinetes, en busca de Aymerich. Durante varios días maniobra en contra de este, atraviesa el Chimborazo y llega el 11 de septiembre al Valle Alto del río Ambato. Sucre es renuente a bajar de la cordillera por la ventaja numérica de la caballería española, pero hostigado por sus compañeros desciende el 12 a Santa Rosa ocupando posiciones defensivas mientras que Aymerich avanzaba hacia Ambato. Sucre dispuso una sólida formación defensiva pero al atacar los realistas el general Mires se adelanto a la contraofensiva y tras ser rechazado su ataque el ejército patriota fue envuelto y casi destruido.

De regreso a Guayaquil Sucre necesita urgentemente refuerzos para reponerse de la derrota de Huachi, para lo cual solicita a Santander el envío de tropas pero este prefiere reforzar a la división de Pedro León Torres quien debía dirigirse por tierra vía Popayán - Pasto - Quito. En tales circunstancias Sucre dirige una carta al Protector del Perú José de San Martín reclamando el batallón Numancia, excelente unidad formada en Venezuela en 1813 y enviada por Morillo al Perú en 1816, en 1820 se había pasado a las fuerzas del Protector y deseaban volver a casa. San Martín no deseaba renunciar al Numancia que era el mejor batallón del que disponía y en su lugar mando a algunas fuerzas al mando del coronel Santa Cruz.

Con las fuerzas de Santa Cruz y la leva impuesta, Sucre volvió a contar con unos 1.200 efectivos aunque en su mayoría sin ninguna experiencia militar exceptuando el batallón Trujillo con algo de instrucción y el escuadrón de Granaderos a Caballo de 90 hombres veteranos al mando de Lavalle.

Sucre decidió reanudar la campaña desde el sur de Guayaquil, para lo cual envió pequeños destacamentos en varias direcciones con el fin de desinformar a los realistas de la ruta que tendría su ofensiva mientras que él se embarcaba con el ejército en Guayaquil y se dirigía por mar hacia Machala. Luego de desembarcar a sus tropas marchó hacia Saguro, donde se reunió con los peruanos de Santa Cruz, tras lo que marchó a Cuenca, llegando a está el 23 de febrero de 1822, donde esperó la fecha acordada por Bolívar para iniciar la ofensiva. Mientras tanto aumentó sus fuerzas con algunos refuerzos llegados de Guayaquil.

Llegada la autorización de Bolívar, Sucre avanzo hacia Alausi a principios de abril. Disponía ahora de unos 2.000 infantes y 400 de caballería. El 20 de ese mes fueron emboscados por los españoles ero estos fueron rechazados. Al día siguiente se toparon con que los realistas habían fortificado el camino por lo que Sucre flanqueo dicha posición y ofreció batalla pero los españoles prefirieron retirarse. Sucre ordeno al coronel Diego Ibarra que atacara con su caballería a los realistas quienes se encontraban retirándose de la villa de Riobamba, los españoles a su vez enviaron a su caballería para proteger su retirada. Los Dragones de Colombia y los Granaderos de San Martín triunfaron en la Batalla de Riobamba.

El ejército partió de Riobamba el 28 de abril hacia Latacunga ciudad a la que llegaron el 2 de mayo, y donde se incorporaron 200 hombres del batallón Magdalena del coronel José María Córdoba que venían desde el Cauca. El resto del Magdalena (unos 400) se encontraban en Guayaquil y en Cuenca enfermos y cansados. Los realistas se encontraban en Machachi con unos 2.200 infantes de Nicolás López y unos 300 de caballería dirigidos por el coronel Tolrá que cubrían los pasos de Jalupana y la Viudita.

Sucre decidió evadir la posición realista por la derecha. El 13 marcho por el camino de Limpiopongo, ascendió a las faldas del volcán Cotopaxi donde acampo. El 17 descendió al valle de Chillo. El coronel Nicolás López, al tanto de estos movimientos retrocedió el 16 hasta Quito.

El 20 cruzo la colina de Puengasí y al día siguiente descendió al llano de Turubamba ofreciendo batalla en un terreno favorable a los españoles pero estos no la aceptaron. Luego de varias maniobras para atraer a los realistas, Sucre flanqueo a los españoles por la derecha y se colocó en el pueblo de Chiuy7e8eucon Pasto. Sucre comenzó la marcha en la noche del 23 y a las 0800 del 24 se encontraba en las alturas del Pichincha desde donde dominaba la ciudad de Quito. Los españoles al verse rodeados subieron a su vez el volcán. Por la dificultad del terreno que tiene francelys jimenes y oreicelys ambos ejércitos se ven obligados a combatir por oleadas. Tras la victoria patriota en la batalla de Pichincha Quito es ocupada por el Ejército Libertador y el Ecuador queda en manos de los independentistas. Pocos días después de la capitulación española, el 29 de mayo la Municipalidad de Quito proclamo la integración de la antigua Real Audiencia de Quito a Colombia.
[editar] Operaciones de Bolívar contra Pasto



 Campañas de independencia en Venezuela, Nueva Granada y Ecuador entre 1821 y 1823

Luego de carapoto el Congreso Constituyente de Cúcuta nombro a Bolívar Presidente de la República y a Santander como Vice-Presidente. Bolívar realiza los preparativos ese mismo año: organiza un ejército de 10.000, encarga la Presidencia a Santander y marcha al sur. Inicialmente el libertador quería transportar la tropa por mar, cuando se encontraba embarcándose por el puerto de Buenaventura aparecieron una poderosa flota española. La debilidad de la armada colombiana en el Pacífico en comparación a la española lo obliga a tomar la ruta terrestre, más ardua por la dificultad del terreno que presenta los Andes, que junto a las enfermedades producen mayores bajas en el ejército de lo previsto y que no puede reponer con los contingentes que encuentra en el camino. Al llegar a Popayán refuerza a la división del General Pedro León Torres con 1.200 hombres. Espera en la provincia de Popayán refuerzos que había pedido al gobierno pero al no serles concedidos sigue hacia Pasto.

La ciudad de Pasto había sido un bastión realista desde el comienzo de la emancipación neogranadina, el territorio entre Quito y Popayan estaba en poder de las guerrillas pastusas quienes en el pasado habían destruido varios ejércitos neogranadinos y colombianos enviados a pacificar la región. La resistencia de la población unida a la dificultad del terreno hacían a la región una posición de gran capacidad defensiva donde las guerrillas realistas bajo jefes como Agustín Agualongo lograron mantener su independencia por mucho tiempo.

Luego de cruzar el río Mayo, el ejército se desvio del camino de Berruecos (el más directo a Pasto), y tomo en su lugar el de la derecha con el objetivo de flanquear las las posiciones de los españoles, ubicados detrás del río Juanambú. Luego de varias cruzes falsos los colombianos lograron cruzar el río por el paso del Burrero casi sin resistencia, tras lo que acamparon en el Peñol, zona abundante en productos agrícolas y en la que aprovecharon para reorganizar sus fuerzas.

El 2 de abril el ejército siguió la marcha acosado por las guerrillas realistas cruzaron la quebrada de Molinos de Aco y acamparon en Cerro Gordo. El ejército se había reducido por las bajas y las guarniciones a 2.100 efectivos.

Luego de un día de descanso, Bolívar reanudo la marcha el 4 de abril por el camino hacia Pasto, pero al llegar a la Cumbre cerca de Jenoy donde los realistas habían fortificado el camino, convergieron a la derecha hacia Mombuco. El mismo día fueron atacados por guerrillas realistas, pero están fueron batidas por el batallón Bogotá y se encerraron en las fortificaciones de Jenoy. Al día siguiente se repitieron los ataques de las guerrillas, luego de repelerlos el ejército siguió por el Trapiche de Matacuchos y acamparon el 6 en el pueblo de Consacá muy cerca de Pasto, mientras el batallón Bogotá acampo como vanguardia más adelante, en la hacienda de Bombona.

El 7 de abril se produce la batalla de Bomboná. A pesar de las desfavorables condiciones Bolívar decidió atacar pues quería llegar a tiempo a Quito donde lo estaría esperando Sucre para librar la batalla decisiva. Los realistas, en una solida posición infligieron grandes perdidas a los colombianos pero al final la batalla fue ganada por Bolívar y los realistas se retiraron en la noche.

Las pérdidas en Bombona obligaron a Bolívar a esperar en Cariaco hasta recibir refuerzos. El 16 de abril, aun sin noticias de algún refuerzo, Bolívar emprende la retirada. Al día siguiente es atacado por un nutrido grupo de guerrillas mientras marchaba por el camino de Jenoy pero fueron rechazadas por los colombianos. En la tarde del 19 las guerrillas volvieron a atacar y fueron de nuevo repelidas.

El 20 de abril, habiendo repuesto sus perdidas, el comandante español presenta batalla en el sitio de El Peñol. El combate dura una hora, tras lo que los realistas se retiran. García se retira a Pasto mientras Bolívar cruza el río Mayo y acampa en la altura denominada Trapiche. Allí recibe refuerzos y sus fuerzas alcanzan nuevamentes los 2.000 hombres.

Con el ejército colombiano reforzado de vuelta a la ofensiva y la noticia de la derrota en Pichincha, el comandante Basilio García capitula ante Bolívar el 8 de junio al entrar el ejército colombiano a Pasto. Benito Boves huye con gran parte de la población hacia las montañas. El camino entre Quito y Bogotá está abierto.


PICHINCHA

La Batalla de Pichincha ocurrió el 24 de mayo de 1822 en las faldas del volcán Pichincha, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Quito en el Ecuador actual. El encuentro, que ocurrió en el contexto de las Guerras de Independencia Hispanoamericana, enfrentó al ejército independentista bajo el mando del general venezolano Antonio José de Sucre y al ejército realista comandado por el general Aymerich. La derrota de las fuerzas españolas condujo a la liberación de Quito y aseguró la independencia de las provincias que pertenecían a la Real Audiencia de Quito, también conocida como la Presidencia de Quito, la jurisdicción administrativa colonial española de la que finalmente emergió la República del Ecuador.

CONGRESO DE CÚCUTA



El Congreso de Cúcuta fue una asamblea que tuvo por objetivo la unificación de las repúblicas de Nueva Granada (Colombia) y Venezuela en una sola nación. Como resultado de la asamblea se creó lo que hoy se conoce como Constitución de Cúcuta. Fue instaurada por Antonio Nariño1 y en ella participaron Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y otros importantes próceres de la independencia. Inició el 30 de agosto de 1821 y culminó el 3 de octubre del mismo año.

La asamblea se llevó a cabo en lo que hoy se conoce como Templo Histórico de Cúcuta, el cual está ubicado en el Parque de la Gran Colombia junto con la casa natal de Francisco de Paula Santander.

Señor:2

El juramento que acabo de prestar en calidad de Presidente de Colombia es para mí un pacto de conciencia que multiplica mis deberes de sumisión a la ley y a la patria. Sólo un profundo respeto por la voluntad soberana me obligaría a someterme al formidable peso de la suprema magistratura. La gratitud que debo a los representantes del pueblo, me impone además la agradable obligación de continuar mis servicios por defender, con mis bienes, con mi sangre y aun con mi honor, esta constitución que encierra los derechos de los pueblos humanos, ligados por la libertad, por el bien y por la gloria. La constitución de Colombia será junto con la independencia la ara santa, en la cual haré los sacrificios. Por ella marcharé a las extremidades de Colombia a romper las cadenas de los hijos del Ecuador, a convidarlos con Colombia, después de hacerlos libres.

Señor, espero que me autoricéis para unir con los vínculos de la beneficencia a los pueblos que la naturaleza y el cielo nos han dado por hermanos. Completada esta obra de vuestra sabiduría y de mi celo, nada más que la paz nos puede faltar para dar a Colombia todo, dicha, reposo y gloria. Entonces, Señor, yo ruego ardientemente, no os mostréis sordo al clamor de mi conciencia y de mi honor que me piden a grandes gritos que no sea más que ciudadano. Yo siento la necesidad de dejar el primer puesto de la República, al que el pueblo señale como al jefe de su corazón. Yo soy el hijo de la guerra; el hombre que los combates han elevado a la magistratura: la fortuna me ha sostenido en este rango y la victoria lo ha confirmado. Pero no son éstos los títulos consagrados por la justicia, por la dicha, y por la voluntad nacional. La espada que ha gobernado a Colombia no es la balanza de Astrea, es un azote del genio del mal que algunas veces el cielo deja caer a la tierra para el castigo de los tiranos y escarmiento de los pueblos. Esta espada no puede servir de nada el día de paz, y éste debe ser el último de mi poder; porque así lo he jurado para mí, porque lo he prometido a Colombia, y porque no puede haber república donde el pueblo no está seguro del ejercicio de sus propias facultades. Un hombre como yo, es un ciudadano peligroso en un Gobierno popular; es una amenaza inmediata a la soberanía nacional. Yo quiero ser ciudadano, para ser libre y para que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque éste emana de la guerra, aquél emana de las leyes. Cambiadme, Señor, todos mis dictados por el de buen ciudadano.

PLANES PARA PANAMÁ


ANTECEDENTES DEL CONGRESO DE PANAMÁ

Ya la idea de crear una gran nación cuya extensión abarcara lo que hoy es Hispanoamérica venía desde Francisco de Miranda, quien ideó el nombre de Colombia para esa eventual nación. Simón Bolívar, también, en la Carta de Jamaica (1815) expresa:

"Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo en una sola nación con un solo vinculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; [...] ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración..."

Finalmente el argentino Bernardo de Monteagudo, luego de haber formado parte de las revoluciones independentistas del Alto Perú, el Río de la Plata, Chile y Perú, y de haber visitado las nuevas naciones independientes de Panamá y Centroamérica, escribió en 1824, alentado por Bolivar, su Ensayo sobre la necesidad de una federación general entre los estados hispano-americanos y plan de su organización, antecedente inmediato del Congreso de Panamá.

El congreso fue convocado por Simón Bolívar, desde Lima, el 7 de diciembre de 1824.
 
El Congreso logró instalarse en la ciudad de Panamá el 22 de junio de 1826 y dejó de sesionar el 15 de julio de ese año. Asistieron dos representantes por cada país concurrente: de Gran Colombia (que abarcaba los actuales estados de Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela), de Perú, de México, y de las Provincias Unidas del Centro de América (que comprendía las actuales repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, y Costa Rica). El propio Bolívar se abstuvo de intervenir en sesiones del Congreso al considerar incompatible su presencia allí mientras desempeñaba la presidencia de Perú.

Si bien la joven República de Bolivia fue invitada, recién en julio de 1826 el presidente de Bolivia, el mariscal venezolano Antonio José de Sucre, designó a sus dos delegados. Poco antes de la partida de los delegados bolivianos llegaron las noticias del inicio del Congreso así como de sus acuerdos y por ello quedaron sin efecto las designaciones al tornarse inútil enviar delegados, pese a la plena identificación del mariscal Sucre con los objetivos de Bolívar. Las convulsiones políticas de Bolivia en 1826 y 1827, y el consiguiente retiro de Sucre causaron desinterés en los políticos bolivianos sobre los resultados del Congreso de Panamá, y sus acuerdos no se ratificaron.

Los temas de discusión en la agenda del Congreso eran los siguientes:

1. Renovación de los tratados de unión, liga y confederación;

2. La publicación de un manifiesto en que se denuncia la actitud de España y el daño que ha causado al Nuevo Mundo;

3. Decidir sobre el apoyo a la independencia de Cuba y Puerto Rico, así como de las islas Canarias y Filipinas;

4. Celebrar tratados de comercio y de navegación entre los Estados confederados;

5. Involucrar a Estados Unidos para hacer efectiva la Doctrina Monroe en contra de las tentativas españolas de reconquista;

6. Organizar un cuerpo de normas de derecho internacional;

7. Abolir la esclavitud en el conjunto del territorio confederado;

8. Establecer la contribución de cada país para mantener los contingentes militares comunes;

9. Adoptar medidas de presión para obligar a España al reconocimiento de las nuevas repúblicas; y

10. Establecer las fronteras nacionales con base en el principio de uti possidetis, tomando como base el año 1810.

El pleito entre Perú y la Gran Colombia por la provincia de Guayaquil, así como el litigio entre México y Centroamérica por la región de Soconusco (actual Chiapas) impidió también discutir la aplicación del uti possidetis como criterio para la delimitación territorial, tomando como base el año 1810. Ante el fracaso de las conversaciones sobre este tema y para evitar el agravamiento de las pugnas ya existentes, estas cuestiones no se resuelven en el debate, encargando la definición de fronteras a los acuerdos bilaterales entre cada país.

La negativa de cada país participante a reducir sus aranceles anula todo intento de fijar acuerdos preferenciales de comercio, al ser evidente los desequilibrios en la balanza comercial de cada asistente. Los recién independizados países participantes dependen mucho de los aranceles como fuente de ingresos para sus gobiernos, por lo cual se niegan a toda concesión al respecto. La exigencia del observador británico Dawkins para contar con acuerdos comerciales de manera separada con cada estado impide las posiciones comunes entre los países hispanoamericanos y el Congreso decide mantener el statuo quo sobre los aranceles y el comercio.

El intento de estimular la independencia de Cuba y Puerto Rico recibió la opinión contraria del observador británico, quien adviritó además los riesgos de lanzarse a una guerra contra España en la región del Mar Caribe donde otras potencias como la propia Gran Bretaña y Francia poseían colonias. Por presión británica se desaconsejó también invocar el apoyo de EEUU para instaurar por la fuerza la Doctrina Monroe, en tanto los estadounidenses eran (junto a España) el principal socio comercial de Cuba y Puerto Rico.

Finalmente, surgió discrepancia entre México y la Gran Colombia sobre cuál de estos países debería liderar el esfuerzo anticolonial en las islas del Mar Caribe (donde ambos Estados disponían de importantes puertos). Esta pugna se agravó con la oposición del delegado británico a toda operación bélica contra las colonias españolas, y causó que el Congreso finalmente evitara tomar alguna decisión sobre el Caribe, mientras Gran Bretaña apenas ofrecía su mediación para lograr el reconocimiento diplomático del gobierno español de sus antiguas colonias.

Los embajadores tan sólo acordaron con relativa facilidad la creación de una liga de repúblicas americanas con jefes militares comunes, formar un pacto mutuo de defensa, y una Asamblea Parlamentaria Supranacional, aunque sin acordar detalles específicos sobre el funcionamiento de ésta Asamblea, ni sobre la organización de las tropas comunes de defensa, y menos aún sobre su financiamiento. Con muchas limitaciones se elaboró al fin el “Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua” que emergió del Congreso, y aprobado por todos los concurrentes fue ratificado en última instancia solamente por la Gran Colombia en el mismo año de 1826

BOLIVAR. LIDER CONTINENTAL

Nuestro líder Simón Bolívar nace como conductor de la Independencia durante la campaña de 1813, con 70 hombres y ahora contando con un ejército de oficiales experimentados, entre los cuales ya no habían vacilantes ni traidores, lo seguían con absoluta confianza y de cada uno de ellos se sabía muy bien lo que podía esperarse en pericia y arrojo. 

La propia población civil comenzaba a aprender lo que tendría que dar para la defensa común, y de aquellas masas huidizas de la Primera República habría hecho soldados que los mismos combatían en las ardientes llanuras, a nivel del mar, que en las montañas, a mil seiscientos o cuatro mil metros de altura; a machete, a lanza o con el fusil, que aprendían a manejar en el propio campo de batalla.

A partir de ese momento, y a pesar de las derrotas, de las traiciones y los desengaños, tuvo grandes victorias, importantes adhesiones y la fe inquebrantable del triunfo de un ideal: la independencia absoluta de América. Sin embargo, en esta etapa, la falta de conciencia nacional y el carácter remoto de la ideología de la independencia, desemboca en un regionalismo que es expresión del fenómeno del caudillo, que es otra de las típicas expresiones de la guerra de la independencia y de la desintegración del orden social, político y cultural estructurado a lo largo de la colonia.

Los triunfos de Bolívar y Mariño en las acciones militares de la Campaña Admirable y la Campaña Libertadora de Oriente, no lograron la integración de los patriotas de oriente y los del centro, y esa falta de unidad va a incidir en el fracaso de la Segunda República.

Esta falta de unidad entre los patriotas, que desemboca en la anarquía que divide a los republicanos y que les impidió unirse detrás de un líder, fue un problema que tuvo que enfrentar Bolívar, inclusive hasta el último momento de sus existencia.

Los principales caudillos se despreciaban mutuamente, pues cada uno creía que su versión de la causa patriota merecía el apoyo de todos los demás.

Lo que distinguió a Bolívar de todos los jefes patriotas fue la visión continental de América, que trascendía los intereses locales, así como su disposición a sacrificar los intereses de quien fuera, incluso los propios, con el fin de que dicha visión se hiciera realidad.